Si el río Camú muere, agoniza el Yuna

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“Si el Camú muere, agoniza el Yuna”. La frase es del vicepresidente de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, ingeniero Eleuterio Martínez, en el encuentro con el colectivo “Voces del Camú”, en el que tuve el honor de participar y ver el alma de gente que creció en la cercanía del río, a través de sus lágrimas. Es penoso palpar con sus propios ojos la depredación que ha contribuido con la agonía del río.

Sí, las lágrimas muestran lo que sentimos: a veces fluyen por la alegría, otras por el dolor y la angustia y como la risa, son contagiosas; como las que asomaron en los ojos de un profesor que participaba en el encuentro, que fueron de impotencia, y tocaron el alma de muchos que también le acompañaron por ver cómo languidece el río que es, en gran medida, el garante de la seguridad y soberanía alimentaria de cerca del 50 por ciento de la población dominicana.

La actividad fue una conferencia virtual, que abrió el presidente de la Academia de Ciencias, don Luis Scheker Ortiz, destacando la importancia del recurso agua y del Rio Camú, para dar paso a Félix Diaz Tejada, conferencista, que nos contó y mostró la historia del rio.

Apoyado por imágenes valiosísimas, nos mantuvo atento todo el tiempo, y quienes seguían por la red Facebook subieron a más de 14 mil personas. La historia del Camú es tan desgarradora como fascinante.

El río existía desde el inicio de los tiempos en la isla. En el año 1562 hubo un terremoto y La Vega que conocemos hoy fue consecuencia de un traslado debido a las devastaciones del sismo, y el Camú siempre estuvo acompañando a los veganos y todos sus vecinos.

El rio nace en Loma de Sal, una altura de 1220 metros entre Jarabacoa y Constanza. Se alimenta de 25 cañadas y varios ríos importantes de las ciudades cercanas, como el Licey, Bayacanes, Río Verde, Pontón, Cenoví, el Jaya de San Francisco de Macorís y los ríos que nacen en loma Miranda. Se junta con el Yuna en las cercanías de Pimentel para convertirse en el gran Yuna, padre del arroz que nos alimenta.

El Camú ordeña las nubes del bosque nublado, pero si la desforestación no la sostiene, el agua se escurre y es lo que ha pasado. Desde 1990, el río comenzó a agonizar, según explico Díaz Tejada, quien propuso un plan de urgencia, porque hay un pronóstico: Si no se hace algo ahora, en 5 años el río morirá.

El mal uso que se le ha dado al río, la depredación de las cuencas, las urbanizaciones, la extracción indiscriminada de materiales de construcción, entre la complicidad con las malas prácticas en las riberas y cercanías están matando al rio Camú.

Fue reveladora la participación de Joel Quezada, coordinador de Voces del Camú: “cuando íbamos a denunciar los camiones de arenas que sacaban del río, nos apresaban y dejaban libres a los infractores de la Ley”.

“Sacan 30 camiones diario de arena con la complicidad de Medio Ambiente”. ¿Cómo puede sobrevivir un río con esa agresión los 365 días del año?”

Existe un plan de urgencia para no dejar morir al río, el nuevo ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera debe escuchar las voces del Camú a ver si, entre todos, le devolvemos la vida. Gracias a Luis Carvajal por invitarme al evento que moderó con maestría.

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