Decálogo para fomentar la seguridad en Internet.

Comparte este artículo

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en email

1 – Hay que tener en cuenta que lo que no está bien en la vida real, tampoco lo está en Internet.

2 – Antes de compartir información, pensar dos veces en qué tipo de información se va a difundir y nunca se pasarán datos a desconocidos a través de la red. En caso de que alguien solicite datos personales, es conveniente abandonar la conversación con esa persona.

3 – Hablar con un desconocido en Internet habitualmente no le convierte en un amigo. No se debe quedar con alguien a quien hayamos conocido a través de la red si no se acude acompañado de un adulto.

4 – Los conocidos de Internet han de recibir el mismo trato que cualquier otro conocido de la vida real, no permitiéndoles cosas o actitudes que no se aceptarían fuera de la red.

5 – Hay que poner sentido común en todo lo que se hace en Internet. Cualquier cosa, comentario o actitud de alguien que nos haga sentir incómodos ha de provocar una reacción en nosotros: ignorar a esa persona, bloquar su contacto y no mantener más conversaciones.

6 – Evitar usar el nombre real como nickname o uno que atraiga la atención de forma errónea hacia la persona.

7 – Es muy importante avisar a los padres o a un adulto de confianza si se detecta una conducta de acoso en Internet.

8 – Las conversaciones de chat pueden ser almacenadas y conviene hacerlo para denunciar si se detecta un caso de ciberacoso.

9 – Los padres deben conocer los sitios que visite el niño o las herramientas que utilice. Cerrar los ojos ante las nuevas tecnologías y dejar al niño navegar a su antojo es un error.

10 – La educación y el conocimiento es el mejor filtro para Internet que los padres pueden dar a sus hijos.

Fuente: guía infantil.com

Suscríbete a nuestro boletín de noticias

Mantente informado de nuestras últimas noticias

Más artículos

Cómo nos afecta el cloro de las piscinas
Entradas blog

Cómo nos afecta el cloro de las piscinas

El cloro que tiene el agua de las piscinas urbanas se usa para evitar que proliferen las bacterias y hongos, y poder así bañarse con seguridad.