En abril del 2014, hace seis años, nos tocó realizar un serio trabajo para determinar la cantidad de bebidas adulteradas que se ofrecen en el mercado, en franca violación a las normas y buenas prácticas de fabricación y competencia desleal con los fabricantes autorizados, esos que pagan impuestos con los que el Estado afrenta sus compromisos.
En la ocasión, fueron los fabricantes los que se quejaron por las bajas en sus ventas mientras el consumo se mantenía en aumento, lo que preocupó a las licoreras locales, que no solo fueron afectadas por la fabricación clandestina de ron, sino también por normas que atentaron contra la calidad de las bebidas tradicionales del país.
Es decir, si un ron para estar en el mercado debía añejarse por un periodo considerado óptimo para mantener la calidad del ron dominicano, en si una marca país, hubo nuevos fabricantes que auspiciaron el cambio de la norma para reducir el periodo de añejamiento.
Esa es una historia que se debatió en el Instituto Dominicano para la Calidad, INDOCAL, y la que nos preocupa ahora es cómo sigue el mercado arropado de bebidas alcohólicas fabricadas en patios, las que además de la competencia desleal tiene serias implicaciones en la salud de los consumidores.
En la investigación que participamos en el 2014, se acordó con la mayoría de los hospitales de la capital realizar un levantamiento en la Semana Santa de ese año, por ser el periodo de mayor consumo de alcohol, igual que en la Navidad.
Elaboramos un formulario para determinar el tipo de bebidas que habían consumido las personas intoxicadas que habían sido ingresados en los centros de salud.
El 80 por ciento de los ingresados informó que había tomado “ron criollo”.
En esa época, con 10 pesos les llenaban las botellas a los jóvenes que iban para la playa. La complicidad no nos permitió llegar a los lugares, pero si logramos examinar el contenido del llamado “ron criollo”, con una elevada dosis de etanol y metanol, compuestos que pueden ocasionar graves daños cerebrales y hasta la muerte.
“El metanol o alcohol metílico no debe estar presente en ningún producto de consumo humano, por su elevada toxicidad, que puede ir desde ceguera permanente hasta hipotensión, coma y en el peor de los casos, muerte por insuficiencia respiratoria, según la cantidad ingerida”, afirmó la química Rita González, quien fuera subdirectora técnica en Proconsumidor.
Proconsumidor y Salud Pública hicimos una gran alerta pública para informar sobre las características de las bebidas adulteradas, no solo ron sino whiskies, y otras.