Cómo reducir el impacto ambiental de la producción y la venta de alimentos

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La producción de alimentos, su envasado, transporte y conservación dejan huella en el medio ambiente. Una huella profunda, ya que la tercera parte de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) proceden de los sistemas de producción alimentaria. Desde el sector primario y el uso de la tierra, pasando por la transformación de los productos y cadena de suministro, hasta llegar al consumidor final: cada eslabón de esta cadena tiene un impacto en el planeta. ¿Qué se puede hacer para reducirlo y alcanzar el objetivo de ser neutros en emisiones de carbono antes de 2050? 

El 34 % de los gases de efecto invernadero proceden de la producción alimentaria. Y, dentro de ese marco, la producción agraria y el uso del suelo son responsables del 71 % de las emisiones. Así lo afirma un artículo publicado en Nature en 2021 que desglosa el impacto medioambiental de cada eslabón de la cadena alimentaria. A los dos ya citados, le siguen el suministro de esos productos —procesado, envasado, transporte y venta— con el 18 % de emisiones, y el uso del consumidor final (11 %), un eslabón en el que destaca, sobre todo, el desperdicio alimentario(8,6 %).

¿Qué se puede hacer para reducir la huella en el medio ambiente?

La producción sostenible de alimentos es un objetivo vital. Pero ¿cómo hacerlo? ¿Qué estrategias deberíamos poner en marcha para mejorar en este aspecto y descarbonizar la cadena alimentaria? Desde los laboratorios Ainia, apuntan unas cuantas líneas de innovación.

🚜 Descarbonizar la producción agraria

Desarrollar nuevos fertilizantes con menor impacto ambiental, gestionar mejor las heces de las explotaciones ganaderas para prevenir la emisión de metano (o valorizarlo en forma de biogás), quemar menos residuos orgánicos y usar combustibles renovables en la maquinaria agrícola son algunos de los objetivos.

🏭 Descarbonizar la industria alimentaria, el transporte y la distribución

Algunas estrategias de descarbonización que proponen los expertos de Ainia son las siguientes:

  • Adquirir materias primas más sostenibles. Para ello, es clave seleccionar proveedores que puedan demostrar una menor huella de carbono mediante herramientas de cálculo y certificación (como GHG Protocol, ISO 14067, ISO 14040 o PAS 2050).
  • Diseñar alimentos con menor huella ambiental. En los próximos 30 años, aumentará la demanda de alimentos obtenidos de manera sostenible. No solo será una exigencia de las administraciones o de las propias empresas; también será una exigencia social. 
  • Desarrollar productos vegetales análogos a los de origen animal. El interés creciente por las proteínas vegetales es palpable. Ya sea por asegurar la alimentación de una población mundial que va en aumento, por salud y por cuidado medioambiental, es evidente la búsqueda de alternativas a los productos de origen animal.
  • Diseñar envases ecológicos e impulsar su reciclaje. El diseño de envases y embalajes más respetuosos con el medio ambiente es otra de las claves para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Hoy, los envases de los alimentos son los principales contaminantes de los océanos. De hecho, de aquí a 2030, todos los envases de plástico existentes en la Unión Europea deberán ser reutilizables o poder ser reciclados de manera rentable.
  • Usar la energía de un modo más eficiente, apostar por las renovables y aprovechar los residuos como fuente de energía. El ahorro y la eficiencia energética están entre las principales estrategias para disminuir con rapidez la huella de carbono de las empresas y productos. Integrar energías limpias (como la fotovoltaica, la térmica o la biomasa sólida) en las industrias agroalimentarias ayudará a la descarbonización de la producción de alimentos. Además, en la industria alimentaria se generan muchos subproductos y residuos que pueden convertirse en fuentes de energía renovable para autoconsumo. En España ya hay ejemplos de cómo la industria alimentaria es capaz de producir energía sostenible.
  • Diseñar una logística y un transporte más sostenibles. La logística es «uno de los grandes capítulos de la sostenibilidad medioambiental en el sector agroalimentario». En este punto, se pueden reducir las emisiones de gases y el gasto energético en todas las etapas del proceso, desde la recogida de los productos en origen hasta su llegada a las tiendas y a los hogares.
  • Por último, pero no menos importante, reducir el desperdicio alimentario. Este aspecto es fundamental; y en esto tenemos un papel determinante los consumidores, además de los productores y transportistas. Como recuerdan desde Ainia, las pérdidas y el desperdicio de alimentos representan alrededor del 6 % del total de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE.

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